EN QUE CREEMOS

DECLARACIÓN DE FE

I. LAS SAGRADAS ESCRITURAS

Las Sagradas Escrituras (designación bíblica según Romanos 1:2) son la verdadera Palabra de Dios al hombre. Constituyen en su conjunto la autoridad y regla infalible de fe y conducta. En su escritura original (A.T. en hebreo y arameo y el N.T. en griego) fueron inspiradas verbalmente por Dios. Vale decir, Dios sopló de su Espíritu en el hombre capacitándolo para expresar la verdad.

En ellas Dios revela:

  • Aspectos de su carácter divino.
  • Sus planes para la humanidad.
  • Su voluntad con respecto a la conducta cristiana.
  • Su plan de salvación al pecador.

2Timoteo 3:15-17; 2Pedro 1:19-21; Hebreos 4:12; Apocalipsis 22:18-19.

II. EL SOLO DIOS VERDADERO

El solo Dios verdadero se ha revelado como el eterno «YO SOY», creador del cielo y de la tierra y Redentor de la humanidad. Además se ha revelado incorporando los principios de relación y asociación como Padre, Hijo y Espíritu Santo.

Deuteronomio 6:4; Isaías 43:10,11; Mateo 28:19; Lucas 3:22.

VERDADES ESENCIALES DE LA DEIDAD

1. Definición de términos

Las palabras «Trinidad» y «personas» usadas para referirse a la Deidad, si bien no se encuentran en las Sagradas Escrituras, están en un todo de acuerdo con lo que ellas dicen.

La Biblia nos permite comprender la doctrina de Cristo con respecto al Ser de Dios, diferenciándose de «dioses varios» y «señores varios»

Por lo tanto podemos hablar correctamente del Señor nuestro Dios, quien es un Señor, como una Trinidad, o bien como un Ser de Tres Personas, y estar en armonía  con la Biblia.

Mateo 28:19; Juan 14:16,17; 2Corintios 13:14.

2. Distinción y relación en la Deidad

Cristo enseñó una distinción de Personas en la Deidad, la cual expresó en términos específicos de relación, tales como Padre, Hijo y Espíritu Santo; y que esta relación y distinción en su existencia es una verdad eterna, pero en cuanto a su modo es inescrutable e incomprensible, porque es inexplicada.

Lucas 1:35; 1Corintios 1:24; Mateo 11:25-27; 28:19; 2Corintios 13:14; 1Juan 1:3,4.

3. La unidad de un Ser, Padre, Hijo y Espíritu Santo.

Existe aquello en el Padre que lo constituye Padre y no Hijo; también existe aquello en el Hijo que lo constituye Hijo y no Padre; y aquello en el Espíritu Santo que lo constituye Espíritu Santo y no Padre ni Hijo. El Padre es engendrador, el Hijo es engendrado, y el Espíritu Santo aquel que proviene del Padre y del Hijo. Por cuanto estas tres personas eternas, distintas y relacionadas en la Deidad, están en estado de unidad y son uno en esencia, hay solo un Señor Dios Todopoderoso y su nombre es uno.

Juan 1:18; 15:26; 17:11,21; Zacarías 14:9.

4. Identidad y cooperación en la Deidad

El Padre, el Hijo y el Espíritu Santo nunca son idénticos, en cuanto a persona; ni confundidos en cuanto a relación; ni divididos con respecto a la Deidad; ni opuestos en cuanto a cooperación. El Hijo está en el Padre y el Padre en el Hijo en cuanto a relación. El Hijo está con el Padre y el Padre con el Hijo en cuanto a comunión. El Padre no proviene del Hijo, pero el Hijo proviene del Padre, en cuanto a autoridad. El Espíritu Santo proviene del Padre y del Hijo en cuanto a naturaleza, relación, cooperación y autoridad. Por lo tanto, ninguna persona de la Deidad existe ni obra separada o independientemente de las otras.

Juan 5:17-30; 5:32,37; 8:17,18.

5. El título: Señor Jesucristo

Nunca es aplicado en el Nuevo Testamento ni al Padre ni al Espíritu Santo. Por esto pertenece exclusivamente al Hijo de Dios el título Señor Jesucristo, siendo éste, nombre propio.

Romanos 1:1-3; 1:7; 2Juan 3.

6. El Señor Jesucristo: Dios con nosotros

En cuanto a su naturaleza divina y eterna, es el propio y único Hijo engendrado del Padre, pero en cuanto a naturaleza humana Él es propio Hijo de Hombre. Por esto, Él es Dios y también hombre; quien, porque es Dios y hombre, es «Emanuel» Dios con nosotros.

Mateo 1:23; 1Juan 4:2-10; 4:14; Apocalipsis 1:13-17.

7. El título: Hijo de Dios

El título Hijo de Dios de nuestro Señor Jesucristo, describe su propia deidad y pertenece al orden de la eternidad. El título Hijo del Hombre describe su propia humanidad y pertenece al orden del tiempo.

Mateo 1:21-23; 2Juan 3; 1Juan 3:8; Hebreos 1:1-13; 7:3.

8. Transgresión a la doctrina de Cristo

Es una transgresión a la doctrina de Cristo decir que El obtuvo su título Hijo de Dios, por el solo hecho de la encarnación, o por causa de su redención. Negar que el Padre es real y eterno y que el Hijo es real y eterno, es denegar la distinción y relación en el Ser de Dios; es denegar al Padre y al Hijo; y remover la verdad de que Cristo Jesús, es venido en carne.

2 Juan 9; Juan 1:1,2,14,18,29,49; 8:57, 58; 1Juan 2:22, 23; 1Juan4:1-5; Hebreos 12:2-4.

9. Exaltación de Jesucristo como Señor

El Hijo de Dios, nuestro Señor Jesucristo, habiendo purgado nuestros pecados, se sentó a la diestra del Padre en los cielos; ángeles, principados y poderes fueron hechos sujetos a Él, y habiendo sido hecho Señor y Cristo, Él envió el Espíritu Santo; para que nosotros en el nombre de Jesús, doblemos nuestras rodillas y confesemos que Jesucristo es Señor. En el fin el Hijo será sujeto al Padre para que Dios pueda ser el todo en todo.

Hebreos 1:3; 1Pedro 3:22; Hechos 2:32-36; Romanos 14:11; 1 Corintios 15:24, 28.

10. Igual en honor al Padre

Honramos al Hijo en igual manera que al Padre, ya que el Padre ha entregado todo juicio al Hijo y es el deber de todo ser en el cielo y en la tierra doblar las rodillas ante Él. Podemos asignar al Hijo todos los atributos de la Deidad y es un gozo inefable darle todo honor y gloria.

Juan 5:22, 23; Filipenses 2:9-11; Apocalipsis 4:8-11; 5:6-14; 7:9,10.

III. LA DEIDAD DEL SEÑOR JESUCRISTO

El Señor Jesucristo es el eterno Hijo de Dios. Las Escrituras declaran:

1. Su nacimiento virginal. Mateo 1:23; Lucas 1:31-35.

2. Su vida sin pecado. Hebreos 7:26; 1Pedro 2:22.

3. Sus milagros. Hechos 2:22; 10:38.

4. Su obra sustitutoria sobre la cruz. 1Corintios 15:3; 2Corintios 5:21.

5. Su resurrección corporal de entre los muertos. Mateo 28:6; Lucas 24:39;

1 Corintios 15:4

6. Su exaltación a la diestra de Dios. Hechos 1:9,11; 2:33; Filipenses 2:9-11; Hebreos 1:3.

IV. LA CAIDA DEL HOMBRE

El hombre fue creado bueno y recto. Dios dijo: «Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza». Pero el hombre transgredió voluntariamente las ordenanzas de Dios y cayó, a partir de lo cual pasó a morir tanto física como espiritualmente, que es la separación del alma de Dios. El pecado de Adán tuvo efecto sobre toda la raza humana. Hay una gran diferencia entre los pecados que el hombre comete y el pecado de la naturaleza caída del hombre que lo inclina a cometer pecados. En Romanos 1:18 a 3:20, se tratan los pecados que el hombre comete. En Romanos 5:12-21, trata como pecado la condición de nuestra naturaleza caída. La corrupción de la raza humana, su pena, y la muerte, fueron transmitidas a todos como resultado de la caída de nuestros primeros padres.

Génesis: 1:26-31; 2:17; 3:1-7; Romanos 5:12-21

V. SALVACION DEL HOMBRE

El sacrificio de Cristo sobre la cruz hecho una vez y para siempre, es aquella redención perfecta, propiciación, satisfacción y expiación sustitutoria, por todos los pecados de todo el mundo, pecado original y pecados actuales; y la única esperanza de redención para el hombre, es por medio de la sangre de Cristo, el Hijo de Dios, derramada sobre la cruz.

1. CONDICIONES PARA LA SALVACION

La salvación se recibe por medio del arrepentimiento para con Dios, y fe en el Señor Jesucristo. Lucas 24:47; Efesios 2:8

A. El acto de arrepentimiento

El arrepentimiento es una condición del corazón necesaria antes de poder creer y para ser

salvo. Significa: un cambio sincero y genuino de mente y disposición en relación al pecado, que involucra un sentir personal de culpabilidad e impotencia, una aprobación de la misericordia de Dios, un deseo profundo de escapar o de ser salvo del pecado, y el abandono voluntario del mismo.

Tres elementos constituyen el arrepentimiento bíblico:

  • el intelectual, Salmos 51:3,7; Job 42:6; Lucas 15:17-19
  • el emocional, Mateo 21:30,32; 2 Co. 7:8-10; Hebreos 7:21
  • el volitivo, Mateo 3:8,11; Lucas 13:3; Hechos 2:38; 2Corintios 7:9,10

La Palabra de Dios, Lucas 16:30,31; la predicación del Evangelio, Hechos 2:37,38; la bondad de Dios para con sus criaturas, 2Pedro 3:9; son medios que Dios utiliza para producir el arrepentimiento.

B. El acto de fe.

Fe es confianza personal en Dios y en la Biblia, la fuente de todas las doctrinas cristianas. Lucas 18:8; Hechos 6:7; 1 Timoteo 4:1; Judas 3; Hebreos 11:1; Romanos 10:17.

Fe es un acto individual de recurrir a Dios, y abarca:

* el intelecto, Romanos 1:19,20; 10:14;

* las emociones, Mateo 13:20,21; Juan 8:30,31; * la voluntad, Mateo 11:28,29.

Del lado divino, fe es el don de Dios, Romanos 12:3; 2Pedro 1:1; mientras que del lado humano, la fe viene por la Palabra de Dios, Romanos 10:14,17; Juan 5:47; Hechos 4:4.

Fe es una confianza personal y auténtica en un Salvador, Cristo Jesús, y en todo lo declarado con respecto a Él por Dios, en las Sagradas Escrituras. 1Juan 5:11,12.

2. EVIDENCIAS DE LA SALVACION

La evidencia interna de la salvación es el testimonio directo del Espíritu. Romanos 8:16.

La evidencia externa es una vida de justicia, santidad y amor al prójimo. Efesios 4:24; Tito 2:12; Lucas 10:27.

3. RESULTADOS DE LA SALVACION

A. Regeneración o nuevo nacimiento

Es el lado subjetivo de la conversión. Es el nuevo nacimiento, Juan 3. Es el acto creativo del Espíritu Santo por medio del cual Dios imparte al alma una nueva naturaleza, vida espiritual; la limpieza por la sangre de Cristo, de tal manera que el penitente recibe un nuevo corazón.

2 Corintios 5:17; Tito 3:5; Apocalipsis 1:5.

B. Justificación

Es el lado objetivo de la conversión. Es el acto de Dios por el cual el pecador es declarado justo delante de Él. Significa el descargo (absolución) de todas las culpas ante el tribunal de la justicia divina, y ser declarado justo por Dios. Solamente Dios puede justificar al injusto, y sólo por Cristo.

Romanos 5:1; Hechos 13:39; Tito 3:7.

C. Adopción

Es el acto de Dios por el cual el creyente es colocado legalmente en la familia de Dios, de tal manera que ya no es siervo, sino hijo, heredero, y co-heredero. Romanos 8:17; Gálatas 4:1-7.

D. Seguridad de la salvación

Es la confianza de haber sido aceptado por Dios. Del perdón de los pecados que es nuestro por medio de la Palabra de Dios, 1Juan 5:11-13. El testimonio del Espíritu, Romanos 8:16. El testimonio de una vida nueva, 2Corintios 5:17.

CREEMOS que la salvación es por gracia por medio de la fe del corazón y la confesión pública, Romanos 10:9. Cristo Jesús es el único Salvador. La vida eterna es el don de Dios por medio de Cristo. Todos pueden ser salvos, Romanos 10:12.

CREEMOS en el poder de Dios para guardar al creyente, Judas 24; y en la responsabilidad del creyente de conservarse en el amor de Dios, Judas 21; de andar en la luz, 1Juan 1:7; y de no descuidar la salvación, Hebreos 2:1-3.

CREEMOS que Cristo murió por todos y que todos los que invocan el nombre del Señor serán salvos, Romanos 10:13.

No creemos en gracia irresistible, ni en una expiación limitada, ni en predestinación incondicional.

VI. ORDENANZAS DE LA IGLESIA

1. BAUTISMO EN AGUA

Todo aquel que se ha arrepentido sinceramente y considera a Jesucristo su Señor y Salvador, debe someterse a la ordenanza del bautismo en agua por inmersión, de acuerdo con las Sagradas Escrituras. Al cumplir este sacramento, el creyente lava su cuerpo en agua pura como símbolo exterior de limpieza, mientras que su corazón ya ha sido rociado con la sangre de Cristo Jesús como limpieza interior. Mediante el bautismo el creyente se identifica con Cristo simbolizando ante el mundo su muerte, sepultura y resurrección a fin de transitar una nueva vida consagrada a Dios. El bautismo en agua no trae salvación, pero es un paso de obediencia esencial al Evangelio.

Debe ser en forma individual, por inmersión en agua, y siguiendo la fórmula dada por Jesús: en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Mateo 28:19; Hechos 8:36-39; Romanos 6:4; Colosenses 2:12; Hebreos 10:22.

2. CENA DEL SEÑOR

Consiste en compartir el pan y el jugo de la vid; es un símbolo que expresa nuestra participación de la naturaleza divina de nuestro Señor Jesucristo, 2Pedro 1:4; un recuerdo de sus sufrimientos y su muerte; y la profecía de su segunda venida, 1Corintios 11:26.

De la cena del Señor deben participar todos los creyentes dignamente hasta que El venga, 1Corintios 11:27-31. El que participa de la Cena del Señor debe ser creyente y bautizado en agua, 1Corintios 10:21 y Hechos 2:41,42.

VII. EL BAUTISMO EN EL ESPÍRITU SANTO

1. La promesa de Dios el Padre

Todos los creyentes tienen derecho a esperar ardientemente y buscar sinceramente la promesa del Padre, que es el bautismo en el Espíritu Santo; según el mandamiento de nuestro Señor Jesucristo.

Antes de su ascensión a los cielos, Jesús pidió a sus discípulos que no salieran de Jerusalén hasta que recibieran la promesa del Padre, mediante la cual serían investidos con poder desde lo alto, Lucas 24:49.

Los primeros creyentes esperaron la recepción de dicha promesa, antes de salir a cumplir con la gran comisión de predicar a Cristo, Lucas 24:52,53. Esta se cumplió el día de Pentecostés, Hechos 2:1-13. La iglesia cristiana buscaba esta experiencia como parte integral de su vida. Hechos 8:14-16; 10:44-46; 19:1-6.

El bautismo en el Espíritu Santo se diferencia del nuevo nacimiento, Hechos 8:12-17. El Espíritu Santo guía al pecador al arrepentimiento y a la aceptación de Cristo como Salvador y Redentor de su vida. El bautismo en el Espíritu Santo, es un revestimiento de poder que fortalece la fe cristiana y constituye una puerta de acceso hacia la recepción de los dones del Espíritu, que son instrumentos imprescindibles para el servicio en la obra cristiana. 1Corintios 12:1-31.

2. La evidencia del bautismo en el Espíritu Santo

La evidencia física inicial del bautismo en el Espíritu Santo, es hablar en otras lenguas según el Espíritu da que se hable, Hechos 2:4. Estas lenguas constituyen un medio de comunicación con Dios, 1Corintios 14:2. El hablar en lenguas se diferencia del «don de lenguas» mencionado en 1Corintios 12:4-10,28; en cuanto a su propósito y operación, aunque no en su esencia.

VIII. SANTIFICACIÓN

Es la acción de purificación, de separación de la contaminación y del mal, de apartarse para el servicio de Dios.

La santificación constituye:

* un mandamiento, 1 Pedro 1:15,16.

* la voluntad de Dios para la vida del creyente 1Tesalonisenses 4:3,7; Romanos 1:7;

* una necesidad, Hebreos 12:14.

La santificación es realizada por el Espíritu Santo en forma instantánea y en forma progresiva. Es inmediata en el sentido de que se trata de una obra hecha de una vez y para siempre, Hebreos 10: 14. Es progresiva, ya que el creyente debe seguir la santidad y perfeccionar su consagración a Dios limpiándose de toda inmundicia, 2 Corintios 7: 1.

IX. LA IGLESIA

La iglesia es el cuerpo de Cristo en la tierra. Está constituída por todos los creyentes que han nacido de nuevo por el Espíritu y ahora están unidos por la fe y la acción renovadora del Espíritu Santo.

Cristo es:

* la cabeza de la iglesia, 1Corintios 12:12,13,27; Efesios 5:23,30.

* el esposo celestial, 2 Corintios 11 :2; Efesios 5:31,32.

* la piedra cabeza del ángulo del templo, 1 Pedro 2:4,5.

La iglesia conforma una unidad, Juan 17:11,20-23. Cada uno de sus miembros recibe uno o varios dones para actuar a favor del cuerpo en armonía, 1 Corintios 12:7-11; 28-30; Romanos 12:4-8; 1 Pedro 4:10,11.

La iglesia espera ser arrebatada al cielo para encontrarse con el Señor. 1Tesalonisenses 4:14-17; Mateo 25:1-13.

X. EL MINISTERIO

A todos los creyentes les fue encargado por el Señor Jesucristo:

* la predicación del Evangelio, Marcos 16:15-20.

* la edificación del Cuerpo de Cristo, Efesios 4: 11-13.

XI. SANIDAD DIVINA

Es parte integral del Evangelio. El Señor Jesucristo ha provisto sanidad y protección de las enfermedades a través de su sacrificio en la cruz. Por medio de la fe, todos los creyentes pueden disfrutar de ella. Éxodo 15:26; Isaías 53:4,5; Mateo 8:16,17; Marcos 16:17,18; Lucas 7:21, 22; 10:9; Hechos 5:12-16; 1 Pedro 2:24.

XII. VIDA ETERNA

La vida eterna, en la presencia de Dios, está reservada para todos los que creen en el poder del sacrificio del Señor Jesucristo, confían en sus méritos y llevan una vida de santificación. Daniel12:2; Mateo 19:29; Lucas 18:30; Juan 3:16.

XIII. CONDENACION ETERNA y JUICIO FINAL

Para todos los que no han creído en Jesucristo como Salvador y Señor, en su sacrificio expiatorio y su poder regenerador, está reservado el castigo eterno. Serán resucitados y juzgados en el juicio final, los que no fueren hallados en el «libro de la vida». Serán lanzados al lago ardiente de fuego y azufre junto al diablo y sus ángeles caídos, la bestia y el falso profeta; ésta será la segunda muerte. Mateo 25:46; Marcos 9:43-48; Apocalipsis 19:20; 20:10-15.

XIV. BIENAVENTURADA ESPERANZA

La resurrección de los que han muerto en Cristo Jesús y su arrebatamiento junto con los vivos, que hayan quedado hasta la venida del Señor por los suyos, es motivo de aliento y de bendita esperanza para la iglesia. Esta traslación para recibir al Señor en el cielo y vivir eternamente con El, ocurrirá antes de la gran tribulación. Romanos 8:23; 1 Corintios 15:51,52; 1 Tesalonicenses 4:15-18; Tito 2:13.

XV. SEGUNDA VENIDA DE CRISTO Y EL REINO MILENIAL

La segunda venida de Cristo incluye el rapto de los santos y luego el regreso visible de Cristo con sus santos para reinar por mil años sobre la tierra. Mateo 24:27,30; Apocalipsis 1:7; 19:11-14; 20:1-6.

XVI CIELOS NUEVOS, TIERRA NUEVA Y LA NUEVA JERUSALEN

El primer cielo y la primera tierra pasarán y habrá un cielo nuevo, una tierra nueva y una santa ciudad, llamada la nueva Jerusalén, reservados para ser la morada eterna de los santos. 2 Pedro 3:13; Apocalipsis 21:1-4.