El poder del Evangelio
EL PODER DEL EVANGELIO
Leemos Romanos Cap.1 del 1-17.
“Pablo, siervo de Jesucristo, llamado a ser apóstol, apartado para el evangelio de Dios, que le había prometido antes por sus profetas en las Santas Escrituras, acerca de su Hijo, nuestro Señor Jesucristo, que era del linaje de David según la carne, que fue declarado Hijo de Dios con poder, según el Espíritu de santidad, por la resurrección de entre los muertos y por quien recibimos la gracia y el apostolado, para la obediencia a la fe en todas las naciones por amor de su nombre. Entre las cuales estáis también vosotros llamados a ser de Jesucristo; a todos los que estáis en Roma, amados de Dios, llamados a ser santos: Gracia y paz a vosotros, de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo.
Primeramente, doy gracias a mi Dios mediante Jesucristo con respecto a todos vosotros, de que vuestra fe se divulga por todo el mundo. Porque testigo me es Dios, a quien sirvo en mi espíritu en el evangelio de su Hijo, de quien sin cesar hago memoria de todos vosotros siempre en mis oraciones, rogando que de alguna manera tenga al fin, por la voluntad de Dios, un próspero viaje para ir a vosotros. Porque deseo veros, para comunicaros algún don espiritual, a fin de que seáis confirmados; esto es, para ser mutuamente confortados por la fe que nos es común a vosotros y a mí.
Pero no quiero, hermanos, que ignoréis que muchas veces me he propuesto ir a vosotros (pero hasta ahora he sido estorbado) para tener también entre vosotros algún fruto, como entre los demás gentiles. A griegos y a no griegos, a sabios y a no sabios soy deudor. Así que, en cuanto a mí, pronto estoy a anunciaros el evangelio también a vosotros que estáis en Roma.
Porque no me avergüenzo del evangelio, porque es poder de Dios para salvación a todo aquel que cree; al judío, primeramente, y también al griego.
Porque en el evangelio la justicia de Dios se revela por fe y para fe, como está escrito: Mas el justo por la fe vivirá.”
Pablo les escribe esta carta a los romanos, él no los conocía y de alguna manera es una carta tan importante por el contenido que tiene y Pablo se presenta de una manera muy particular.
Dice: “Pablo siervo de Jesucristo llamado a ser apóstol, apartado para el evangelio de Dios.”
Dice cosas significativas. En primer lugar: Siervo de Jesucristo. No se presenta como un gran líder espiritual ni nada por el estilo. Si no se presenta como siervo de Jesucristo. La palabra siervo significa esclavo. Un esclavo es alguien que está sujeto a su amo y obedece. En este sentido Pablo se presenta a los romanos en su relación con el Señor: siervo de Jesucristo, esclavo de Cristo, dispuesto a obedecer al Señor. Una bendición que no solamente debiera de ser de Pablo sino de todo creyente. ¿Ud. es siervo de Jesucristo? ¿Ud. es esclavo de Cristo? ¿Ud. obedece al Señor? Siempre decimos que el verdadero amo se conoce por los mandatos que obedecemos y en este caso si decimos que somos siervos de Jesucristo es porque tenemos o llevamos una vida totalmente obediente a la voluntad del Señor.
Pablo podía decirlo, él se presentó de esta manera porque seguramente llevaba una vida de obediencia a la voluntad de Dios.
La segunda cosa que menciona en la salutación es: “llamado a ser apóstol”. No dijo Pablo apóstol sino llamado a ser apóstol. Siempre que hablamos de algún ministerio, tenemos que entender que cualquiera sea el ministerio al cual nos estamos refiriendo lo recibimos del señor. El señor nos llama a ese ministerio. Es un llamado santo al servicio del señor. Pablo dice llamado a ser apóstol. Apóstol no significa otra cosa que “enviado”. El Señor cuando obró en la vida del apóstol Pablo allí en el camino a Damasco, cuando él iba todavía persiguiendo en ese tiempo a la iglesia de cristo, se encuentra con esa experiencia maravillosa, una luz tan grande que lo rodeo y lo tiró a tierra y allí se pudo dar cuenta que el Señor le estaba hablando: Saulo, Saulo ¿por qué me persigues? Y dijo: ¿Quién eres Señor? Yo soy Jesús. A quien tu persigues. Dura cosa te es dar coces contra el aguijón.
A partir de ese momento, Pablo quedo totalmente rendido para hacer la voluntad de Dios. ¿Qué quieres que haga Señor? Esa fue la respuesta. Y el Señor le contestó de una manera muy categórica: Yo te voy a decir lo que vas a tener que hacer. El Señor le iba a dar las instrucciones, lo había llamado justamente para que el pudiera llevar el mensaje del evangelio.
De una manera particular y especial debía llevar el mensaje del evangelio a los gentiles. A quienes todavía en una forma abierta no se había llegado con el mensaje. Aún estaba en la mente de muchos que los gentiles para poder ser parte de la iglesia debían primero entrar al judaísmo, algo aun no muy claro que no era lo que el Señor estaba ordenando. El apóstol Pablo fue el gran apóstol, el enviado de Dios para poder llevarle el mensaje a los gentiles y para poder mostrar la gracia y la misericordia de Dios, hacia aquellos que no eran pueblo de Dios.
La tercera cosa que dice es: “Apartado para el evangelio de Dios”
Él reconoce acá que el Señor lo eligió, lo santificó, lo apartó, lo separó del mundo, de todo lo demás, aun de lo que él pensaba que debía hacer, porque era celoso de su religión; y hora el Señor lo había apartado de todo eso para que pudiera ser un testigo del poder de Dios. Para ser un instrumento en las manos de Dios, predicando el evangelio de Dios. Que hermoso esto, ¿no?
En estas tres formas en que Pablo se presenta, muestra que todo esto lo recibió del Señor. Lo único compatible con ese llamado, era un acto de obediencia. De decir: ¡amen!, estoy dispuesto a hacer lo que Él quiere que yo haga.
En esta misma carta, Pablo declara, que él amaba a sus hermanos judíos y le dolía en su corazón que ellos rechazaran el evangelio. Pero Dios le había dado el ministerio de ir a los gentiles. Aunque él no perdía la oportunidad de predicarles tanto a unos como a otros. En esta carta escribiéndole a la iglesia de Roma, una iglesia que tenía no solo gentiles sino también judíos, Pablo da unas hermosas enseñanzas de parte del Señor. Realmente vemos lo que él siente en su corazón por su pueblo, el pueblo de Israel.
Lo importante de todo esto es que Pablo veía que a estos que se habían reunido allí en Roma, también Dios los había llamado con un propósito.
Pablo tenía en su corazón el deseo de ir a verlos, de conocerlos. Fíjese que la iglesia de Roma, no fue un fruto del trabajo misionero de Pablo como lo fueron otras. Pablo le escribe a los corintios, una iglesia fruto de su trabajo misionero, les escribió la carta a las iglesias de Galacia, a la iglesia de Éfeso, de Filipos y otras también fruto de su trabajo misionero. Pero esta carta no tiene esa característica. Pablo no había fundado la iglesia de Roma, ni siquiera había estado en Roma. En el versículo 15 dice: “Así en cuanto a mí, pronto estoy a anunciaros el evangelio también a vosotros que estáis en Roma.” A pesar de que no eran fruto de su trabajo misionero, sentía una gran solicitud por ellos y Dios lo usó para dejarles unas hermosas enseñanzas.
Yo creo que lo principal de este pasaje que hemos leído en el capítulo 1, está en los versículos: 16 y 17.
Pablo dice acá:” Porque no me avergüenzo del evangelio porque es poder de Dios, para salvación a todo aquel que cree.” ¿Usted cree que el evangelio es poder de Dios?
Para algunos el evangelio es una forma de creer en Dios. Para otros es una religión más. Algunos hasta han mezclado el evangelio con la Filosofía, otros lo han mezclado con la psicología.
Han hecho cualquier clase de mezcla con el evangelio. Pero el evangelio es algo puro que en realidad significa las buenas nuevas de Dios para nosotros en Cristo Jesús. Pablo dice que este mensaje del evangelio no es otra cosa que poder de Dios, para salvación a todo aquel que cree.
No hay ningún otro elemento extraño, ni ninguna otra cosa que debamos agregar al evangelio. Fíjense que el evangelio nace en un contexto judío, Jesús era judío. Todo este contexto hacia que el evangelio tuviera cierta de conexión con el mundo judío, que para ese entonces se había diluido bastante y estaban siguiendo más las tradiciones de los ancianos que la verdadera ley de Dios. Pero el evangelio debía ser tan puro que no podía ser agregado al mundo judaísmo como pretendían en un principio quienes predicaban el evangelio, y hasta obligaban a que se circuncidaran los gentiles para ser parte del pueblo de Dios, para poder tener parte en el evangelio o en la iglesia. Y resultaba que para algunos era eso. ¡Y no era eso!!! Uno de los grandes defensores de la pureza del evangelio era el mismo Pablo. El mismo era judío: hebreo de hebreos, circuncidado al octavo día, de la tribu de Benjamín. Era fariseo, doctor de la Ley. Sin embargo, Dios lo elige a él y lo hace un apóstol del evangelio de Jesucristo. Alguien que iba a tener que predicar el mensaje y no solo esto, sino que Dios le había dado a él un mensaje tan claro y tan profundo que iba a tener, de alguna manera, que contrarrestar toda esa tendencia a que el evangelio se mezclara con el judaísmo.
No podemos agregar el evangelio a nada existente. Ni al judaísmo y mucho menos a ninguna otra doctrina, religión, filosofía, creencia, costumbre o cualquier cosa como se quiera llamar, no podemos, tenemos que despojarnos de todo. En algunas de sus cartas Pablo dice que él se tuvo que despojar de todo. Aun de aquellas cosas que para él eran glorias personales como las que mencionamos recién. Sin embargo, él se tuvo que despojar de todo esto para ganar a Cristo y para ser hallado en Él. Fíjese que se tuvo que despojar de todo para poder recibir la doctrina del Evangelio. Esta doctrina pura que el predicaba y que él vivía, como una verdadera experiencia. Por eso él dice: “No me avergüenzo del evangelio, porque el evangelio es poder de Dios” Es una manifestación del poder de Dios para salvación, sin ningún otro aditivo, sin ninguna mezcla, sin ninguna otra cosa que debamos agregarle.
Por eso insistimos que tampoco le podemos agregar nada al Evangelio. Así como el evangelio no lo podemos agregar a nada preexistente en nuestra vida. Una vez que nos despojamos de todo y recibimos el evangelio, no se le ocurra mezclarle algo diferente. Como dijimos recién: mezclarle la psicología, los pensamientos de la época, alguna clase de filosofía o cuantas otras cosas que vienen a mezclarse al evangelio en este tiempo, en este siglo que vivimos. El evangelio debe mantenerse puro, el evangelio debe mantenerse tal cual el Señor lo ha revelado.
Pablo era un fiel defensor justamente de ello: No me avergüenzo del evangelio porque es poder, potencia de Dios para salvación a todo aquel que cree.
Mire la sencillez del mensaje: Salvación para el que cree. No tenía que hacer otra cosa, no tenía que mezclar ninguna otra situación ni hacer nada para merecer algo. Solamente tenía que creer en lo que Dios había revelado en Cristo para recibir la salvación, la vida eterna. Lo que el Dios estaba mostrando a través de su evangelio por medio de Jesucristo.
Hoy digo, qué importante es esto para nosotros. Porque a veces puede ser que sin darnos cuentas estemos mezclando el evangelio.
Que Dios nos ayude a no mezclar el evangelio con nada. Si había algo en nuestras vidas cuando llegamos al evangelio, ese algo tiene que quedar afuera. Pablo bien dice cuando le escribe a los corintios: De modo que, si alguno está en Cristo, es una nueva criatura. Las cosas viejas pasaron. Quedaron atrás. Ya no sirven más. Quedaron afuera. He aquí TODAS, TODAS, TODAS son hechas nuevas. Y esto, dice, proviene de Dios. Qué hermoso que todos nosotros pudiéramos darnos cuenta la importancia de creer en el verdadero evangelio y no dejar que entre en nuestra vida habiendo cosas que pueden condicionar su verdad y nuestra experiencia de vida.
Así que todo resabio de cualquier otra cosa, afuera. Despojemos de todo, dice la Palabra, de todo lo que no nos sirve, de las todas las cosas que juntamos y obtuvimos en este mundo: costumbres, pensamientos, creencias. Tire todo a la basura y agarre lo que el Señor le da. Despójese de todo eso y vístase de lo que el Señor le provee.
Es muy importante comprender que es lo que Dios quiere para nuestras vidas a través del evangelio.
Si nos hemos despojado de todo aquello que traíamos del mundo, no lo vuelva a meter adentro, o tratar de meter algo propio de la época. Cada época tiene sus cuestiones, sus pensamientos, sus cuestionamientos sobre la vida, sobre la muerte, sobre el mas allá, sobre la vida espiritual. Cada época tiene algo que la caracteriza. El evangelio no puede cambiar. El evangelio que conocimos cuando nos convertimos, hace muchos años atrás es el mismo evangelio que se predica y es el mismo evangelio que se predicará hasta que Cristo venga a buscar a su iglesia.
Pablo estaba dispuesto a predicar este evangelio. Y sí, tuvo dificultades, porque no le fue fácil. Tuvo que enfrentarse primeramente con los de su nación. Al principio los de su Nación lo veían como alguien que se volvió loco. Fue perseguidor de los cristianos sirviendo como fariseo y parte del Sanedrín, consejo de los judíos. Y ahora se había hecho cristiano. Por otro lado, también lo miraban con desconfianza los cristianos porque pensaban que estaba fingiendo ser cristiano. Porque él los metía presos y hasta consentía en la muerte de algunos de ellos, como ocurrió con Esteban el primer mártir de la iglesia, cuyas ropas fueron puestas a los pies de un joven llamado Saulo. ¿Y quién era ese joven llamado Saulo? ¡Era Pablo!! El mismo Pablo que ahora Dios había transformado por completo en un fiel testigo del poder y de la gracia del Señor.
Qué triste que para muchos cristianos el evangelio sea solamente una filosofía más. Una manera de pensar, una religión. Que el Señor nos saque todos esos pensamientos y que realmente podamos unirnos a Pablo y decir que el evangelio para nosotros es el poder de Dios, para salvación a todo aquel que cree.
Para todos, sin excepción. Pablo dice para el judío y para el griego, no que ahora el evangelio llega y es para que algunos se salven. Dios es tan grande y tan misericordioso que la buena nueva que nos envía a través de la obra de Jesucristo es para que todas las personas de la humanidad, todos los hombres, los seres humanos puedan tener la oportunidad de recibir esta salvación tan grande. No importa que religión tenga, ni donde viva, no importa quién sea ni lo que haya hecho. Dios le está ofreciendo la oportunidad de poder nacer de nuevo a una vida gloriosa y eterna que es la salvación que el Señor nos ofrece a través de Jesucristo.
¿Ud. ha tenido esta experiencia? ¿La Experiencia de recibir el evangelio de esta manera? Mire que cuando uno recibe el evangelio de esta manera se vuelve medio loco.
Loco para el mundo, porque dice la Palabra que esa locura, es una hermosa locura, porque nos desligamos de todo aquello que nos ataba al mundo y a la perdición y ahora nos aferramos a las cosas espirituales y gloriosas que el Señor nos revelado a través de su Palabra y por medio de la obra poderosa su Espíritu Santo.
¡Que el Señor nos ayude!
Cuando le escribe a los corintios, Pablo dice es locura para los que se pierden, pero para nosotros, para los que se salvan es poder de Dios. Locura para los que se pierden, para los que no quieren saber nada con el Señor, para los que prefieren sus pensamientos, su propia filosofía de vida, para ellos el evangelio es locura.
¡Pero para los que creemos el evangelio es poder de Dios para salvación!
¡Qué podamos vivir de esta manera nuestra vida cristiana!
Pablo dice: porque no me avergüenzo del evangelio porque es poder de Dios para salvación a todo aquel que cree. Al judío primeramente y también al griego. Porque en el evangelio la justicia de Dios se revela por fe y para fe como está escrito. Mas el justo por la fe, vivirá.
No hay otra manera por la cual podamos recibir la salvación sino a través del creer en la Palabra de Dios y creer en Jesucristo, ejerciendo nuestra fe en Él. Esto dice la Palabra: la justicia de Dios se revela por fe y para fe. Sin fe es imposible agradar a Dios, dice la carta a los Hebreos 11:6. Porque el que se acerca a Dios es necesario que crea que la hay, que existe y que es galardonador, premiador de los que le buscan.
¡Esto es hermoso! Es creer en el Señor. La fe viene por el oír la Palabra de Dios. Es la fe que infunde esta palabra poderosa del Señor que no es letra, sino que es espíritu y es vida. Por medio del Espíritu Santo trae convicción al corazón de todo aquel que la recibe.
Como está escrito: más el justo por la fe vivirá. Este texto tiene dos acepciones: una es que recibe la vida por la fe, estaba muerto. Si Ud. lee la carta de Pablo a los efesios capitulo 2, dice que estábamos muertos en delitos y pecados en los cuales andábamos en otro tiempo, arrastrados por la corriente de este mundo. Conforme al espíritu de desobediencia. Ahí estábamos nosotros también. Pero un día el Señor tuvo misericordia de nosotros y pudimos recibir la Palabra de salvación y por medio de esta revelación del evangelio en nuestra vida, el Señor nos dio vida eterna. Estábamos muertos en delitos y pecados más Él nos dio vida juntamente con Cristo. “Por gracia sois salvos por medio de la fe¨” y esto no es nuestro sino es don de Dios.
Esta misma fe para poder alcanzar esta gracia la recibimos del Señor y es lo que produce en nosotros vida. Estábamos muertos en pecados, condenados a una eterna perdición, sin embargo, recibimos la vida, por medio de la fe en Cristo.
Pero la expresión abarca una segunda excepción: más el justo por la fe vivirá. No solo obtendrá la vida, resucitará de los muertos espiritualmente y tendrá la vida en el Señor, sino que también tendrá que vivir esta nueva vida por la fe. ¿Ud. vive por la fe? Realmente el creyente debe vivir por fe, no puede vivir por sentimientos, ni por vista, ni por razonamientos. Debe vivir creyendo en la provisión de Dios, en la guía que nos marca por donde debemos caminar, que es lo que debemos hacer. Nuestra vida debe estar ejercitándose en forma permanente en la fe.
Que Dios nos ayude no solo a creer que el evangelio es poder, potencia de Dios para salvación, sino que ese poder de Dios se manifiesta a través de la fe en nuestros corazones.
Dice el apóstol Santiago que no piense que el que duda va a recibir cosa alguna del Señor. Porque es como la onda del mar que es arrastrada de un lugar hacia el otro. Que maravilloso que podamos apropiarnos de esta maravillosa fe, no solamente la que marcó el inicio de nuestra vida espiritual, gloriosa y eterna sino también la que va marcando el pulso, el paso de una vida que debe ser vivida para la gloria y para la honra del Señor.
¿Estará Ud. dispuesto a creer esto? A poder entender que este poder del evangelio es el que nos ayudará a vivir de esta manera. No es un esfuerzo personal, no es algo que lo logramos porque somos fuertes o inteligentes o capaces o tenemos habilidades. ¡¡¡Nada de esto!!! Esto es por la gracia de Dios obrando en nuestra vida.
¡¡¡Gloria sea a nuestro Dios!!!